domingo, 23 de septiembre de 2018
Domingo, ocho de la tarde
Domingo, ocho de la tarde. -
La playa grita: -no me dejes.-
Pero no hablo su idioma.
Me voy por donde la ciudad
dicta sus reglas de claxon y neón.
A lo lejos, el último bus deja huérfanos a los amantes
y los besos emprenden el vuelo a otra parte.
Hay torres de grillos llenas de luz
y un olor a comida acelera el paso,
voy empapado de silencio,
resignado,
y mis pasos llueven en la calle
en un domingo homicida,
condenado.
Todo es recurrente,
todo es el ocaso.
Paris Joel
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