Hoy nos dejó Juanjo Liñares. Según me han dicho, uno de los grandes maestros de la danza y el folclore.
Confieso que bailar no es lo mío y que soy un gran ignorante del arte del movimiento, pero hoy mi compañero de trabajo me estuvo ilustrando acerca de este gran hombre, al cual sus colegas le llamaban "la enciclopedia", y me contó una anécdota que creo que, por su belleza, os va a gustar.
Resulta que en su particular búsqueda de todos los bailes perdidos de España, supo de una anciana que por transmisión oral conocía antiguos bailes de los cuales sólo ella era guardiana y custodia. Ante el peligro de que esta buena señora, delicada en salud, muriera y se llevara el secreto a la tumba, el bueno de Juanjo contactó con ella prometiéndole ir a verla para apuntar y recoger esos bailes en su cuaderno.
Pasaron los días y llegó el momento del encuentro, la buena señora bailó para Juanjo y él recogió meticulosamente esas coreografías que estaban en vías de extinción.
Al día siguiente de la visita, quiso el destino que la Parca se llevara a la buena mujer y al enterarse de esto a nuestro protagonista le entró un sentimiento terrible de culpabilidad porque aquel día la anciana había hecho un gran esfuerzo al bailar. Este, preocupado, fue a hablar con el hijo de esta señora y le transmitió esta agustia y profundo pesar.
El hijo de la anciana le contó que no tenía culpa de nada, es más, le dijo que, a pesar de estar muy enferma, día tras día, impacientemente, preguntaba por el "hombre de Madrid", cuando este llegó y por fin pudo bailar para él, la buena señora se sentó en su sofá con una gran sonrisa de oreja a oreja y murió placidamente, allí mismo, con la sonrisa del que ha hecho un buen trabajo.
2 comentarios:
Enorme y muy emotiva la anécdota.
Genio y figura!!!
Un abrazote.
Pues la verdad es que es historia para una cancion...yo tampoco se bailar...
Abrazos!
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