Y no lo doy encontrado por más que busco en todos los rincones posibles.
Mientras tanto me contento con tu abrazo inesperado, esa sonrisa cómplice o ese café ausente durante tantos años.
Últimamente me ocurren pequeñas cosas que me llenan de felicidad porque son inesperadas y provienen de gentes anónimas que valoran lo que haces e incluso pierden el bus de regreso a casa para venir a felicitarte. Es la gente llana que está más pendiente de tu trabajo de lo que uno se imagina. Personas que te llaman, te animan, te muestran su cariño y afecto.
De verdad que hoy más que nunca me siento pueblo y debe ser porque en el fondo soy como ellos, tengo sus mismas preocupaciones y padezco sus mismos males. Con ellos me quedo. Eternamente agradecido.
Por si fuera poco hasta tengo amigos que me regalan libros y de esos regalos no recibía desde que ella se marchó para no volver. Pero esa ya es otra historia.
5 comentarios:
Al verano en Galicia siempre le gustó jugar al escondite. Ten paciencia, aparecerá. Primero escampa y luego sale el sol.
Tú recuerda: merece la pena.
Un abrazote veraniego maestro.!!!
Deduzco por tu post que estabas de santo...ni puta idea, para mí eres Paris...felicidades y el libro ya te lo daré,je,je...Pon verano en tu vida, dale vacaciones a tus problemas.
Un andante.
Seguro que es porque mereces esas pequeñas cosas.
Xurxo, no te dediques al emocionante oficio de Sherlock Holmes...(lo de deducir no es lo tuyo,jaja,ja,ja,ja).
Salud y República.
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