Mucho me temo que sí, que somos un pueblo lleno de complejos.
Me acuerdo que siendo niño, Juan, un buen amigo de mi padre que siempre me sacaba a pasear, un buen día me llevó a un paraje lleno de belleza en donde habitaba un antiquísimo faro romano. El lugar estaba absolutamente abandonado y olía a orines y sabe Dios a que cosas más. No obstante la belleza del viejo faro y su entorno eran incomparables. Subimos de un tirón las escaleras interminables y desde lo más alto comprendimos al instante la exclamación latina del finis terrae. No hay palabras para describir esa sensación.
Con los años un grupo de pequeños héroes con su tesón y esfuerzo consiguieron que hoy la Torre de Hércules sea patrimonio de todos los seres humanos demostrando una vez más que a veces no hace falta irse muy lejos para ver maravillas.
Esto mismo nos pasa con nuestros artistas, músicos, pintores, etc. Puede sonar a pedantería pero no tenemos que envidiarle nada a nadie, lo único que tenemos que hacer es creer un poco más en nosotros mismos. A las pruebas del viejo faro me remito.
Enhorabuena!
P.D. Y que nadie se duerma en los laureles. Los expertos de la UNESCO aconsejaron que se cuide el entorno urbano. Nos conocen muy bien.
3 comentarios:
Pienso que es un problema de autoestima...te recomiendo la contraportada de La Voz de hoy para subir las misma.
Un allegro.
Mimar, defender y proteger lo nuestro, esa es la cuetión:-)
Un abrazote Paris.
Maldito complejo! sucede a veces y luego miramos pal frente y nos damos cuenta de que estaba allí todo el rato.
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