Un día como hoy te oía silbar en el cuarto de baño.
Tu alegría era el amanecer soleado de nuestra casa y tu mirada limpia de ojos azules lo inundaba todo.
Al rato, el teléfono lloraba de alegría, eran los amigos que te decían una y otra vez: Viva La República!
Y yo oía tu gozo de camisa nueva y prisa por llegar. Un ritual de año en año, un ritual de Primavera sin lluvia.
Al principio erais cuatro que añorabais un País más justo recordando a los compañeros en el cementerio civil, después vinieron más y más.
Hace 11 años que te has ido pero hoy como ayer recuerdo tus enseñanzas porque gracias a ti conocí a Azaña, a Don Niceto y a Durruti.
Gracias padre por todo y más, hoy para ti, más que nunca: Salud y República.
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