Hace 21 años que tengo 21 años.

Efectivamente, ya son 42. Este sábado lo celebro en familia y en estos días se me pasan un montón de imágenes por la cabeza porque casi siempre, antes de mi aniversario, solían suceder cosas terribles. Enfermedades, accidentes, el 23-F y sobre todo, para mi, el asesinato de mi hermana en el Puente del Pasaje, un crimen sin resolver y que un día os contaré, pero no hoy.

Como podréis ver no me faltan razones para tocar madera, pero, afortunademente, los años han pasado, no así los recuerdos.

Han cambiado muchas cosas pero en esencia todo sigue igual, el mundo siempre gira más suave para los mismos. No me quejo, en absoluto, soy un privilegiado. Ayer, en casa de un vecino que acaba de llegar de Brasil aprendí una magnífica lección: la de la alegría. Quedé maravillado de que con muy poquitas cosas y con mucho cariño, la felicidad siempre llega si le dejas la ventana abierta. Gracias por la lección!