Pedrito se pasó estudiando 12 años la flauta travesera en el Conservatorio, la música era su vida y así, entre ilusiones y corcheas se hizo mayor.
Un buen día llegó todo contento porque encontró un mecenas que le buscaba actuaciones muy bien remuneradas. Este mecenas era un joven extranjero que obtenía pingües beneficios ofreciendo publicidad a las empresas madereras del reino a cambio de excelentes actuaciones de flauta travesera.
A los mesoneros que acogían las actuaciones se las ofrecía gratis y del caché del artista se encargaba él. Así todos contentos, el de las maderas tenía buena publicidad, el mesonero actuaciones gratis, Pedrito un dinerito por tocar y el mecenas más del doble de lo que costaba cada actuación.
Todo iba de maravilla hasta que con los años la flauta se fue desgastando y Pedrito solicitó un aumento de sueldo para poder comprarse una nueva. El mecenas le dijo que ni hablar que con la flauta vieja iba de más. Pedrito se enfadó y empezó a custionar el acuerdo que ambos tenían y ahí fue que el mecenas montó en colera y, ni corto ni perezoso, mandó a Pedrito al cuerno, total, había muchísimos pringados como él esperando a la cola.
Pero Pedrito, que era muy buen músico, se mostró confiado en su talento y fue por todo el reino en busca de trabajo.
Ni que decir tiene que ningún mesonero lo contrató.¿Por qué iban a hacerlo si podían obtener actuaciones gratis?
Fue entonces cuando Pedrito se dió cuenta del tremendo error que había cometido ya que había aceptado sin rechistar el pan para hoy y hambre para mañana.
Enseguida quiso avisar al resto de sus compañeros pero nadie le quiso escuchar.
Nadie.
Moraleja:
"Aprecia más tu talento y andate con tiento
pues el que te adula y corteja
siempre premia con mollejas
lo que torna en caviar ruso.
El fácil yantar no deja pensar
siempre te vuelve obtuso
y cuando ves el abuso
ya es tarde reclamar."
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